Vegetal, natural y equilibrada en su composición, la leche de almendras no posee aditivos ni conservantes frecuentes en la de vaca, otorgándole a quien la consume un buen porcentaje de sus necesidades diarias de vitaminas A, D y E, además de proteínas, magnesio, zinc, calcio, hierro, etc.
Comparada con otras clases de leches o similares, la de almendras es más baja en calorías, con aproximadamente 70 por vaso, contra las 80 de la leche de animales, incluso desnatadas.
Si la intolerancia a la lactosa es un fenómeno cada vez más habitual, la aparición de la leche de almendras es la solución para quienes lo padecen, pudiendo incorporar a su dieta un sustituto compatible con limitaciones físicas como ésta, o decisiones de vida como el veganismo.
Esta bebida no es recomendada para personas que tienen problemas de tiroides, pues su consumo regular puede aumentar el problema, tampoco es recomendada para bebés, personas con osteoporosis o alérgicas a las almendras.