Después de la muerte, las almas descubrieron un nuevo reino: Internet. Fernando, un alma curiosa, navegó por la red, explorando blogs y redes sociales.
Encontró a Marta, una alma afín, en un rincón virtual. Juntos, crearon un cálido rincón digital, compartiendo memorias y risas en foros de recuerdos. Pero la red también albergaba oscuridad; encontraron almas perdidas en rincones sombríos. Decidieron ayudar, creando un oasis virtual de esperanza.
Su historia inspiró a otras almas, tejiendo una red de solidaridad y amor más allá de la vida. Internet se convirtió en un puente entre lo terrenal y lo espiritual, donde las almas encontraron un eterno sentido de comunidad.