En el silencio inquietante de la antigua mansión, los misteriosos ruidos y gorjeos finalmente revelaron su origen.
Al explorar los rincones olvidados, Ana descubrió un nido de pájaros raros y coloridos, cuyos cantos resonaban por toda la casa.
Fascinada, Ana compartió su hallazgo con los vecinos, convirtiendo la mansión en un santuario para estas aves exóticas.
La comunidad se unió para preservar el lugar, transformándolo en un jardín secreto de la ciudad. Los ruidos que antes eran motivo de temor se convirtieron en una melodía armoniosa, recordando a todos la belleza que puede surgir incluso de los rincones más oscuros.