Había una vez una princesa llamada Isabella. Era una joven encantadora con cabellos dorados y ojos relucientes. Vivía en el castillo más impresionante del reino, situado en la colina más alta. Este lugar majestuoso era conocido como el "Castillo Realísimo".
En el castillo, había un príncipe llamado Alejandro, quien era el hermano consentido de la princesa. Alejandro era el más guapo de todos los príncipes en los reinos vecinos. Además, tenían una sirvienta muy trabajadora llamada Marta. Era la criatura más amable y obediente de todo el reino.
Sin embargo, cerca del castillo vivía una bruja malvada llamada Morgana. Ella siempre estaba tramando planes para arruinar la felicidad de los habitantes del castillo. Un día, mientras Isabella paseaba por el jardín, la bruja lanzó un hechizo oscuro que llenó su corazón de tristeza.
Isabella solía amar la música, pero ahora, cada vez que escuchaba una canción, sentía una profunda melancolía. Esto entristeció a toda la familia real y a Marta, quien solía cantar mientras realizaba sus quehaceres diarios.
A Isabella le encantaba recibir flores frescas todos los días. Cada mañana, se deleitaba con los hermosos ramos que adornaban su habitación.