Como cristianos, debemos vivir por fe y no por vista. Esto significa que nuestra vida debe estar basada en la confianza y la creencia en Dios, y no en lo que vemos o experimentamos en el mundo material. Debemos vivir nuestras vidas de acuerdo a los principios y valores cristianos, amando y sirviendo a Dios y a nuestros prójimos. La fe debe ser el motor que impulse nuestras acciones, decisiones y actitudes, guiándonos en el camino de la justicia, la bondad y la verdad.