En la madrugada del martes pude ver una escena curiosa, pero muy ennoblecedora que cambió por completo mi percepción del universo. No pude dormir y decidí salir a caminar por la casa de mi familia, tal vez un poco de aire fresco y en medio de la naturaleza me vendría bien. Me puse un abrigo y me fui. Hacía frío, casi helado, pero era agradable. En medio de mi caminata miré a mi alrededor y vi una luz verde que venía de la región donde habíamos plantado un huerto. Corrí hasta allí y me asombré cuando vi que de las lechugas salían pequeñas hadas brillantes. Me acerqué para escuchar lo que decían.
La primera hada dijo: "¡Oh! Pensé que nunca saldríamos a tiempo. Chicas, tenemos que encantar estas verduras antes de que los humanos se despierten. Sabes que estas verduras necesitan estar bien nutridas para que los humanos sean fuertes y saludables. nosotros vamos a organizar el trabajo. Tú, Juanita, traes todos los nutrientes del caldo. Mientras ella hace esto, le daremos brillo a las hojas para que las verduras sean muy bonitas, para atraer a los humanos. ¡No tenemos tiempo que perder! "
Las hadas empezaron a trabajar a una velocidad impresionante. Cuando terminaron su trabajo, desaparecieron como por arte de magia. Regresé a mi habitación con la sensación de que debía honrar el trabajo de las hadas, comiendo las verduras que tanto trabajaron para estar saludables.